Porque si Dios existiese entonces no habría razón para preguntar si es o no es justo lo que pasa (y Olivia lo sabe con terrible seguridad). Tampoco habría remordimientos por estar tan alejada, tan impenetrable (¿fueron acaso los años de negligencia? Se pregunta. No. O sí, o quién sabe. Yo pienso -yo, Olivia, u Ofelia, o yo, o ambas, o las tres, da igual- que si escribir es dar vida, entonces la omnisciencia es imposible, es estupida, es muerte. Muerte. Seguro es la muerte lo que desquicia a Olivia. Sí, es eso. El cáncer. Saber que algo esta desvaneciéndose lentamente, y no poder entenderlo. ¿Es posible? ¿Es posible esbosar un intento literario tan frio?).
Olivia por su parte, opina que no me debería preocupar. Pero me mira desde el monitor y algo me dice que lo mismo ella tampoco me entiende (pero quién, después de todo... quién).
Mejor dejarse llevar. Pasar un día y armar un rompecabezas. Pasar otro día y reírse un rato. Pasar otro día y cojer. Pasar otro día y desconfiar de la existencia de Dios, de la razón injustificada de la fe. Pasar otro día, y echarle la culpa a Olivia. Pasar otro día y armar otro rompecabezas. Pasar otro día, y reírse un rato...
18.2.08
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