Pero Talita se había enderezado lentamente, y apoyándose en las dos manos trasladó su trasero veinte centímetros más atrás. Otro apoyo, y otros veinte centímetros. Oliveira, siempre con la mano tendida, parecía el pasajero de un barco que empieza a alejarse lentamente del muelle.
Traveler estiró los brazos y calzó las manos en las axilas de Talita. Ella se quedó inmóvil, y después echó la cabeza hacia atrás con un movimiento tan brusco que el sombrero cayó planeando hasta la vereda.
-Como en las corridas de toros -dijo Oliveira-. La de Gutusso se lo va a querer portar vía.
Talita había cerrado los ojos y se dejaba sostener, arrancar del tablón, meter a empujones por la ventana. Sintió la boca de Traveler pegada en su nuca, la respiración caliente y rápida.
-Volviste -murmuró Traveler-. Volviste, volviste.
-Sí -dijo Talita, acercándose a la cama-. ¿Cómo no iba a volver? Le tiré el maldito paquete y volví, le tiré el paquete y volví, le...
Traveler se sentó al borde de la cama. Pensaba en el arcoiris entre los dedos, esas cosas que se le ocurrían a Oliveira. Talita resbaló a su lado y empezó a llorar en silencio. "Son los nervios", pensó Traveler. "Lo ha pasado muy mal." Iría a buscarle un gran vaso de agua con jugo de limón, le daría una aspirina, le pantallaría la cara con una revista, la obligaría a dormir un rato. Pero antes había que sacar la enciclopedia autodidáctica, arreglar la cómoda y meter dentro el tablón. "Esta pieza está tan desordenada", pensó, besando a Talita. Apenas dejara de llorar le pediría que lo ayudara a acomodar el cuarto. Empezó a acariciarla, a decirle cosas.
-En fin, en fïn -dijo Oliveira.
Se apartó de la ventana y se sentó al borde de la cama, aprovechando el espacio que le dejaba libre el ropero. Gekrepten había terminado de juntar la yerba con una cuchara.
-Estaba llena de clavos -dijo Gekrepten-. Qué cosa tan rara.
-Rarísima -dijo Oliveira.
10.10.07
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1 comment:
definitivamente una de mis partes favoritas
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