Las cosas en verdad son raras. Uno cumple 60 y todo se le empieza a colgar. Mi abuela pobre es gelatina viviente. Los brazos se hamacan y los rollitos de la pansa ponen puchero. Ensima patatluf: no ve un chango, no oye un chango y ni por changos asocia demasiadas ideas.
Para variar se dispone a caminar cuarenta kilometros diarios, como le dijo a mi pa: "pero julio creeme! -esencial: vos de pito que recorre la sangre de la familia- le di dos vueltas a la plaza y en zig zag", y solo dios sabe como le dio en zig zag vueltas a la plaza, por otra parte es claro que los vecinos la vieron trastocada por el cliche: la edad. Que triste es eso. Igual uno siempre mantiene la frente en alto, y el pelo no se cae, no se encana, es cortito y rubion de 25. Es que si uno envejese, envejece con estilo, claro. Doña Ilda sabe de eso. Y ojo, es Ilda nada de Hildas, por favor.
10.9.06
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