Oí, esto sólo para vos,
para que no se lo cuentes a nadie. Maga, el molde
hueco era yo, vos temblabas, pura y libre como una
llama, como un río de mercurio, como el primer can-
to de un pájaro cuando rompe el alba, y es dulce
decírtelo con las palabras que te fascinaban porque
no creías que existieran fuera de los poemas, y que
tuviéramos derecho a emplearlas.
Maga, vamos componiendo una figura absurda, dibujamos con nuestros movimientos una figura idéntica a la que dibujan las moscas cuando vuelan en una pieza, de aquí para allá, bruscamente dan media vuelta, de allá para aquí, eso es lo que se llama movimiento brownoideo, ¿ahora entendés?, un ángulo recto, una línea que sube, de aquí para allá, del fondo al frente, hacia arriba, hacia abajo, espasmódicamente, frenando en seco y arrancando en el mismo instante en otra dirección, y todo eso va tejiendo un dibujo, una figura, algo inexistente como vos y como yo, como los dos puntos perdidos en París que van de aquí para allá, de allá para aquí, haciendo su dibujo, danzando para nadie, ni siquiera para ellos mismos, una interminable figura sin sentido.
5.10.06
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